Roma ciudad de sorpresas.

Ayer escuchaba en la barra de un bar, como un ciudadano guineano que vive en España, les contaba a sus amigos, sus vacaciones veraniegas en Roma; “...al tercer restaurante ya pensábamos que nos estaban tomando el pelo”... “también visitamos el Coliseo, allí donde luchaban los gladiadores, impresionante!”. Y es que Roma es la ciudad de las sorpresas.
Hoy volvemos de nuevo con la pequeña LUMIX.

Callejeando uno puede encontrar en la esquina de un callejón, un enorme pie de mármol. En la Edad Media los habitantes de la ciudad pensaban que en la Antigua Roma, la mitad de la población tenía sus retratos escultóricos en bronce, mármol y oro. El pie se encontró en un área dedicada a Isis y Serapis.

Pasquino una de las famosas estatuas parlantes de la ciudad y que como puede apreciarse, continúa haciendo su labor. Este resto de un conjunto helenístico, tras pasar muchos años abandonado en el barro, en 1501 se coloca en un pedestal en una esquina, cerca de un zapatero denominado Pasquino, que utilizaba la escultura para dar rienda suelta a la falta de libertad de expresión, colocando comentarios satíricos pegados a la estatua.

Restos del templo de Adriano conservados como fachada de un edifico en el siglo XVII. Tras diferentes utilidades terminó como sede de la Bolsa, aunque en mi visita había una especie de intalación artistica - tecnológica bastante extraña.

Bajo sus columnas corintias de mármol con base de peperino, -roca volcánica de las canteras del sur de la ciudad- un par de restauradoras intentan trabajar, a pesar del insoportable calor, mientras comentan sus problemas conyugales.