Nuestros propios pasos.

BLANCO Y NEGRO.
“Viví el Estambul de mi infancia como las fotografías en blanco y negro, como un lugar en dos colores, oscuro y plomizo, y es así como lo recuerdo. Eso se debe en parte a que, a pesar de haber crecido en la penumbra triste de una casa-museo, era muy aficionado a los espacios interiores. Las calles, las avenidas y los barrios lejanos me parecían, como en las películas de gángsteres en blanco y negro, lugares peligrosos. “ …
…”Una parte inseparable de esa textura en blanco y negro de la ciudad son los adoquines de las calles, que me siguen emocionando cada vez que los veo en esas viejas películas. A los quince o dieciséis años, cuando soñaba con ser el pintor impresionista de las calles de Estambul, me complacía sufrir dibujando uno a uno los adoquines. Antes de que los entusiastas equipos municipales los cubrieran despiadadamente con asfalto, “ …
Orhan Pamuk. “Estambul. Ciudad y recuerdos”.
Orhan Pamuk. “Estambul. Ciudad y recuerdos”.
Ya les comenté que mis primeros pasos por la ciudad de Estambul, fueron de la mano del señor Pamuk, varios meses antes de partir hacia Turquía. La primera vez que pateamos una ciudad desconocida nuestra mirada no para, va sin tregua en todas direcciones, de las cúpulas a las ventanas, de la gente que camina a nuestro lado a los pájaros del cielo. Cuando uno ya lleva recorridos unos kilómetros y hemos pasado varias veces por los mismos lugares, la mirada empieza a ser distinta, y te das cuenta por ejemplo, que pasaste por una esquina en la que se veía el edificio Chrysler y no alzaste la vista, o que hay una aglomeración en medio de la acera de Times Square y no te paras a investigar. Es entonces cuando llega un momento curioso, en que al caminar solo miras tus propios pasos, y ves que tus pies pisan con normalidad absoluta esa ciudad hasta hace unos días desconocida, como si lo hubieras hecho toda la vida, y te fijas en los diferentes grados de dureza del suelo, en como tus doloridos pies van saltando asperezas y como reaccionan tus músculos a cada uno de los distintos pavimentos. Llega un momento que el bullicio de las calles pasa a un segundo plano, se desenfoca, y solo escuchas el sonido de tus propios pasos.