Vulcano

El cráter desde el puerto.

Nuestra nave parte de la plácida Lípari, la mayor de las Isla Eolias, -durante siglos importante centro de extracción de obsidiana, el famoso mineral volcánico-. Nos dirigimos a la próxima isla, visible a ojo desnudo, la mas septentrional, en unos minutos arribamos al puerto de Vulcano.

El color de la lava es aquí muy diferente, tiene aspecto de lodo arcilloso; rosas, amarillos y ocres nos rodean. Su enorme cráter principal tiene casi cuatrocientos metros de altitud, un paseo comparado con la ascensión al Stromboli, el desnivel escaso.
Lo habitual es alquilar un motorino para circular por la isla, nosotros disfrutaremos del paisaje haciendo el trayecto a pié. Primero siguiendo la carretera que lleva al otro lado de la isla y después tomando los caminos que siguen a las coladas de lodo petrificado. En caso de lluvia puede ser peligroso, porque la fragilidad de los materiales produce torrentes y desprendimientos, pero un día soleado como hoy es una auténtica maravilla.

El camino al cráter.

El gran cráter de Vulcano.

Llegamos sin dificultad a la cima, un caminito producido por las continuas ascensiones bordea todo el cráter, este a diferencia del Stromboli, es un cráter enorme, -en realidad dos maclados-, y según los expertos “el volcán históricamente mas activo y potencialmente mas peligroso del archipiélago”. Su última gran erupción fue en 1968, dejando un paisaje lunar al oeste de la isla denominado ahora “el valle de los Monstruos”.
Pero no teman, una erupción así no es de un momento a otro, unos doscientos temblores al día anuncian tamaño suceso.

Una bomba volcánica.

En la cima encontramos infinidad de fumarolas humeantes que producen ese olor que tanto me gusta a azufre, -a “huevos podridos” lo definen algunos-, yo no lavé esa camiseta en semanas para conservarlo. El anhídrido sulfúrico puede ser peligroso si se respira mas de una hora, pero vale la pena hacer todo el recorrido, cuando sale de los orificios no es visible hasta que se condensa y luego recubre las piedras y las abundantes bombas volcánicas del típico color amarillo del azufre, atención no sentarse sin mirar debajo y por favor no hagan como yo que subí con sandalias. Cosas de la improvisación.

(continuará)