Lo Stromboli

El sendero desde el observatorio.

La único que no debe dejar de hacer si visita esta isla, es la excursión al volcán. No es sencillo, son unas tres o cuatro horas de pendiente pronunciada, el mejor momento es la tarde, después de la digestión. Un camino que parte de San Vincenzo a San Bartolo, -esta isla es muy curiosa, tiene dos bares y dos iglesias, no hay casi tiendas y no hay ningún banco, ni siquiera un cajero automático, su medio centenar de habitantes fijos no lo necesitan-.

Al inicio del camino encontramos un cartel que reza. “El mas bello tramonto del mundo”, un sendero empedrado de roca lávica y rodeado de cañas nos lleva hasta el observatorio meteorológico, allí empieza la subida dura.

San Bartolo se pierde de vista, al fondo Strombolicchio.

Nos detenemos en Filo del Fuoco al pie de un acantilado donde se puede ver claramente la Sciara del Fuoco, el torrente de casi mil metros de desnivel, donde caen los desprendimientos del volcán al mar. El sirocco arrastra el polvo hasta la superficie del agua dibujando olas de humo y ceniza.

A ratos podemos ver alguna explosión de humo y ceniza.

Proseguimos cada vez con una pendiente mas pronunciada, el sudor nos empapa y se empieza a sentir un fuerte olor a azufre. La noche cae hay que empezar a abrigarse un poco.

“El mas bello tramonto del mundo” tras el humo y la ceniza.

Tomamos posiciones en un plano sobre el cráter, junto los aparatos de control de humos y la webcam que monitoriza las erupciones veinticuatro horas al día.

Tomando posiciones, Zaza otro de los guías –no confundir con Sasa-
y el perro que sube casi cada día.

Agarraos fuerte porque la cosa va en serio, con la oscuridad la visión toma otro aspecto.

Cada veinte minutos por una de sus tres bocas.
El sonido pone los bellos de punta.