Viajes desde el sofá. Dos clásicos de la Universal.

Las cortas noches de verano son ideales para viajar desde el cómodo sofá del salón, la temperatura ha bajado considerablemente y fuera reina una cierta tranquilidad, es el momento propicio para embarcarse en un suculento programa doble de serie B, de la Universal como los de antes. Eviten poner el televisor y tragar bazofia y publicidad, una rápida conexión del cd y a disfrutar. Empezamos hoy nueva sección, las cervecitas, palomitas, frutos secos, jamón de pata negra, tinto de verano, todo lo que necesiten, corre de su cuenta.

Monolith Monsters una joya del cine fantástico, no tiene desperdicio, John Sherwood la rodó en Estados Unidos en 1957, 78 minutos muy bien aprovechados. Traducida por aquí como Monstruos de piedra es el típico ejemplo de historia tomada por los pelos, con actores malos, guión flojo, con muchas lagunas y un mínimo presupuesto, pero que, oh maravilla! funciona a la perfección a pesar del paso del tiempo.

Proyecto basado en una historia de Jack Arnold y Robert M. Fresco, donde Arnold cede la dirección a su ayudante Sherwood, mientras él es relegado por la productora a realizar películas “mas serias” ya olvidadas. Una vez mas este tipo de films nos llevan al desierto; un pueblecito perdido, una mina de sal, una presa… No hay aquí alienígenas feos de cartón piedra, ni bombas atómicas, ni animales monstruosos engrandecidos por la radioactividad, un simple meteorito siembra el misterio y la psicosis en el condado.
Con un casting débil, que no contribuye en ensalzar el pobre guión y algunas frases manidas de los personajes, ni siquiera el protagonista Grant Williams está a la altura, pero los efectos especiales creados por Clifford E. Stine te hacen agarrar a las orejas del sillón, potenciados por una curiosa y convincente banda sonora de Joseph Gershenson realizada con algún recorta y pega de otros films, con la participación incluso de Henry Mancini. Ya saben que en estos años era habitual repetir escenas –varias veces el mismo plano en el mismo film- o reciclar escenas de otros. Entretenimiento asegurado.

La segunda entrega es un clásico del género, dirigida por el propio Jack Arnold y guión de Ricard Matheson en el mismo año –que gran cosecha la del 57!- y protagonizado, esta vez si, por un espléndido Grant Williams metido plenamente en su papel, actor nacido en NYC de familia escocesa que tras finalizar su contrato con la Universal en 1959 firmó por la Warner Bros pero sin mucho éxito con el declive de las series del oeste, lo pudimos ver después en algunos episodios de la Familia Munster o Perry Mason.
Emprendemos aquí un viaje poético y filosófico a lo desconocido, film recordado con cariño por todos aquellos que la vimos del niños. Efectos especiales inmejorables y emoción asegurada, con algunas escenas -la de la araña de la carátula por ejemplo- que permanecen el el subconsciente colectivo. Seguro que recuerdan los problemas de Scot Carey el protagonista, con su ropa, con su mujer, con los muebles de la casa o con cualquier animalito en su triste e imparable proceso. Pero ya saben el ingenio humano ante la adversidad es infinito. A disfrutar que el verano es largo.