Viajes desde la cama 18. Frankenstein. Mary Shelley.

Interesante y hermoso viaje el que nos proporciona la historia de “Frankenstein o El moderno Prometeo”, Mary Shelley nos hace caminar por los inmensos paisajes de centro Europa del siglo XIX, entre los altos picos nevados de las montañas suizas y la frontera con Francia. Tiene todos los elementos románticos de la época; la luna llena sobre el lago, tormentas eléctricas y de nieve, viento ululante, neblinas bajas y caminos que se adentran en la oscuridad. Las descripciones de la señorita Shelley son todo un placer para los sentidos, incluye el viaje de Víctor Frankenstein el doctor protagonista, desde Suiza hasta la costa alemana, en carruaje de caballos o barcazas descendiendo en las corrientes del río, imágenes que recuerdan a los mas famosos lienzos de Caspar David Friedrich, pero también a John Constable o Joseph Mallord William Turner; viento que azota ramas y arbustos, las nubes que proyectan su sombra errante sobre los prados, olas inmensas golpeando contra la costa.

La estantería de mi despacho.

El comienzo de la historia no podía ser menos curioso, una barco que a partido en busca de una ruta navegable entre los hielos, sus tripulantes varados, sufriendo los rigores del lugar, se topan con un misterioso personaje que va en busca de algo extraordinario, en un lugar que nos recuerda “El naufragio del Esperanza” (1821) de D. Friedrich.
Para entrar en la historia necesitamos olvidar los clásicos del cine, solo en un par de ocasiones se ha abordado el tema desde el punto de vista de la escritora, el resto prefirió quedarse con los dos personajes principales y seguir fabulando con las historias filosóficas de Shelley y su Prometeo moderno; el Titán mitológico amigo de los mortales, que engaña a Zeus, roba el fuego a los dioses para darlo a los humanos y que será castigado por ello. Aquí el fuego nacido del rayo da la vida a través de su energía a la carne muerta, el ser así creado insiste en su soledad y desgracia -todo el mundo lo rechaza- y reclama a “su padre” una compañera, motivo que provoca todas las desgracias para él, su familia y amigos. La historia seguro que ya la conocen, pero siempre es bueno insistir en los orígenes, se tienen sorpresas muy agradables.

Mi nevera.

Desde muy pequeño me interesó el personaje del monstruo en la recreación de Boris Karloff. En las versiones de la Universal el ser sin nombre no habla, pero Karloff supo darle todos los matices necesarios, utilizando técnicas que nos recuerdan los personajes del cine mudo que no hacía mucho empezaba rápidamente a desaparecer.

Parte de mi videoteca.