Père-Lachaise

Cimitière du Père-Lachaise; 44 hectáreas, 100 000 sepulturas, 1.000 000 de inhumaciones.

Ya hablamos hace unos meses de este famoso cementerio de Paris. Lo hizo Ernesto Reaño en su primera colaboración con la Patrulla (“Viajes temáticos 1”- 3.18.06) e Hidro en (“Hidro aporta”- 3.20.06). Ahora puedo comentar mi visión personal.
Hice caso a los consejos de mi amiga parisina, compré un plano detallado en las floristas y entré por la puerta de atrás, así llegué enseguida a la tumba de Oscar Wilde y pude ver los cientos de besos de carmín depositados de los que hablaba Ernesto y el Mur des Féderés y también las victimas del nazismo.

Me conmovió la sencilla tumba de Gertrude Stein y las piedras depositadas sobre el mármol, también la de Edith Piaf un poco mas arriba, llena de flores y la escultura de la tumba de Georges Rodenbach; un hombre que se resiste a permanecer bajo tierra.

La primera impresión que tuve es que nunca había visto un cementerio tan repleto de tumbas, es difícil casi moverse entre ellas y eso en la parte superior que es cuadriculada porque la inferior es mas caótica aún.
La tumba mas visitada es la de Jim Morrisson, por suerte para los turistas muy cercana a la puesta principal, vallada y con guardia de seguridad; robaron la lápida y todas las esculturas que habían dejado, pero la que mas me interesó es sin duda la de Victor Noir.

Victor Noir un periodista nacido como Ivan Salmón y muerto en duelo por un primo de Napoleón III. Noir fue abatido a los 22 años y una escultura de bronce tamaño natural hace honor a su juventud y belleza, no obstante la tumba no se ha hecho famosa por la gracia del escultor, sino porque hace unos 40 años, se puso de moda que frotarse con algunas partes da la escultura, tiene poderes fertilizantes, así las mujeres deseosas de quedar embarazadas se rozan con su abultada entrepierna, o con la punta de sus botas e incluso su cara, dejando las marcas del proceso. Hace un par de años la Alcaldía decidió vallar la tumba -como en caso del Door Morrisson- y colocó un cartel que rezaba; “Toda degradación por medio de graffiti, tocamientos indecentes u otros medios puede ser perseguida”. Pero al final tuvo que ser retirada. Cuentan que como agradecimiento aparte de las flores a veces dejan botitas de bebé.

El cuerpo del delito.

Ya saben si quieren saber que onda huella dejaron las personas en su ciudad y en sus ciudadanos visiten sus tumbas, algunas repletas de flores y otras completamente abandonadas, me sorprendió el éxito de la tumba de Chopin y la simplicidad de la de Signoret/Montand.

El algún punto dejé de buscar y me dediqué a recorrer sus intrincados pasillos, no lo olviden si van a Paris, no se lo pierdan.

La tumba contigua a la de Jim Morrisson


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Y como visitar un hermoso cementerio da ganas de amar la vida y las pequeñas cosas, finalizamos con un canción de
Serge Gainsbourg; “Les petits papiers”.