En la piel de los pioneros.
Hoy les presento el segundo texto encargado para el catálogo de la
exposición Herliografía Contemporánea
en la galería tagomago.
Unos pocos años antes de entrar en el año mil, un matemático, físico y astrónomo chií, nacido en Basora en 965 y conocido en Occidente como Alhacén (Alá bendiga a Wikipedia), dio a conocer su invento de la cámara oscura y publicó un libro “Tratado óptico" en el que desmontaba las teorías griegas predominantes en aquella época, según las cuales los rayos luminosos se emiten desde el ojo hacia los objetos visualizados; en dicho libro, publicado en Bagdad, Alhacén demostró lo contrario a través de sus experimentos y de una descripción detallada de los ojos: son los objetos los que emiten los rayos luminosos.
Con las perspectiva de mil años puede que semejante descubrimiento pueda parecernos una obviedad, pero debemos pensar que al mirar la historia desde el presente, lo hacemos utilizando un punto de vista privilegiado ya que conocemos todo lo ocurrido posteriormente. Si queremos aproximarnos, aunque sea vagamente, a la percepción con que se valoraban los hechos en el pasado deberíamos forzarnos a desconocer todo lo que sabemos del futuro que siguió a esos hechos. Y esa es una tarea que sólo puede abordar desde la literatura ese mago de los bucles semánticos que fue Jorge Luis Borges. También se podría intentar desde el cine, pero arruinaríamos las formidables fantasías que nuestra imaginación elabora a partir de las narraciones escritas.
El AtelieRetaguardia se ha embarcado hace ya unas cuantas lunas en un viaje al pasado, a ese metafórico momento en que el flujo del tiempo se detuvo por vez primera gracias a la fotografía. Y han construido un imaginario que no aspira a olvidar el siglo XX, pero se desentiende de él con el desparpajo con que los nuevos amantes olvidan sus amores pretéritos. Dice el historiador brasileño Boris Kossoy que el alma de la fotografía es la construcción de la representación y el espíritu que anima a los fotógrafos es la reconfiguración del mundo; pues bien los integrantes de este singular atelier, sutilmente afrancesado, se han aplicado en remedar algunas de las prácticas que anunciaron en la segunda mitad del siglo XIX la llegada de la modernidad. Considerando lo que ahora saben -y los innumerables legajos que han consultado sobre esa época- su empeño se sirve de ese instrumental de antaño como estrategia para animarnos a revisitar la historia desde el presente. Pero nos proponen hacerlo a través de una lectura teñida de magia, compromiso, épica, ciertas dosis de romanticismo y una ideología, militante y reivindicativa de la fotografía, que se cuela en nosotros como los vapores de lavanda que emanan durante el procesado de las placas al colodión.
En algunos de sus proyectos AtelieRetaguardia rehabilita una jerarquía emocional de los escenarios del pasado enfatizando, a través de la recuperación de procedimientos antiguos, la necesidad de sincronizar el lenguaje formal con las temáticas. Yuxtaponen memoria y cultura. El uso que hacen de los dispositivos y técnicas del siglo XIX no es por tanto un manierismo estético; más bien, explora nuevas vias de representación desde las que reivindicar simultáneamente la conservación del legado iconográfico como patrimonio cultural, la compresión del lenguaje fotográfico y la función social de la imagen. Decía Jorge Santayana que aquellos que ignoran la historia están condenados a repetirla. Pues bien, éstos en absoluto la ignoran pero, a su manera, la repiten con fruición.
La construcción del relato histórico ha sido una de las aspiraciones prioritarias incorporadas al programa de la fotografía desde su inicio. Digamos, parafraseando a Foucault, que la fotografía en sus comienzos empezaba a “memorizar” los monumentos del pasado, a transformarlos en documentos y a “hacer hablar esas huellas que, muchas veces no son verbales por si mismas, o que dicen en silencio otra cosa de lo que dicen”. Pues bien, hoy en día, es la historia la que transforma los documentos en monumentos. Al mirar el pasado desde el presente son nuestros ojos, metafóricamente enriquecidos por el conocimiento adquirido con los años, los que iluminan los objetos que aparecen en las fotografías. Si Alhacén, ese genio adelantado a su tiempo, visitara el presente, tal vez estaría de acuerdo en añadir esta metáfora a su Tratado óptico. Una vez aquí, me atrevo a afirmar, sin temor a equivocarme, que algún libro de Borges caería en sus manos, lo que le ayudaría a reconfirmar sus teorías del pasado desde el futuro.
Alejandro Castellote
Etiquetas: AtelieRetaguardia, pioneros, tagomago
3 Comments:
At 14:26, TORO SALVAJE said…
Y será un éxito.
Merecidísimo.
Saludos.
At 18:58, WODEHOUSE said…
Ahi está, revisitar la historia desde el presente, es decirre es visitar dos veces o sea, sabiendo lo que ya sabemos hoy, mirar hacia atras en la hitoria para reaprender sin tachones lo que aprendimos mal y mejorando lo anterior, muy buen post. un beso
At 18:14, MaLena Ezcurra said…
Si Borges cae en sus manos la magia es posible.
Te abrazo Nem.
M-
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