Pioneros 9

Bueno, como no decir que causó sensación en el barrio, fue el primero! Luego casi cada quien tenía el suyo, pero el primero conmociona siempre.
A mi padre le costó 60.000 pesetas de las de entonces, eso equivalía, espera un momento que miro la calculadora… equivalía a… pues a muchas horas de trabajo duro, eso es, se levantaba el hombre a las seis de la mañana cada día, y no regresaba hasta la cena, a esos de las 20 horas. Casi no lo veíamos, solo los fines de semana, aunque después le dio por ira a cazar los domingos y muchas veces se levantaba antes que el sol, yo lo acompañé en muchas ocasiones, me pelaba de frío, pero lo importante no eran los tiros, ni las armas, ni los pájaros, lo importante era caminar por el barro en los márgenes de un río mientras salía el sol por el horizonte, las manzanas del huerto del payés o los melones, también los amigos de pesca y cacería, y los almuerzos; una fogata, chorizos, costillas, pan con tomate y lo que se terciase ese día. A veces regalaba a alguien las piezas abatidas. Lo importante era pasar la mañana bajo el cielo y hacer gana para la paella que cocinaba mi madre magistralmente. Ah! si el 600, duró muchos, años era de color “gris luna”, le costó 60.000 pesetas de las de entonces y nos llevó a muchos sitios por las tremendas carreteras nacionales.
Al que esto escribe ya le daba por sonreír a las cámaras, casi no se aprecia pero en esa época se rompió su primera ceja. Su madre siempre decía: “es mas malo!”