Su aporta

Pocos lugares ofrecen la imagen de sus márgenes a quien se adentra en su interior. Hace tiempo que hemos perdido esos perfiles, el tiempo que hace que no definimos los límites de nuestras ciudades, cuando amurallar era un modo de protegerse del enemigo, y de marcar un lugar en el horizonte del viajero.

Nueva York nos ofrece un sistema de perfiles, precisamente eso ,un sistema que trabaja en conjunto, no solo una cadena de rascacielos singulares. El Hudson y el East River delimitan de tal manera la trama que se nos ofrece todo lo jugoso en el borde mismo, sin esperar a penetrar -una fruta imaginada con los gránulos de una granada y sin piel- límites naturales que propician el espectáculo.

Frederick Law Olmsted ideó Central Park alrededor de 1860, definió un inmenso rectángulo en terrenos baldíos y apartados del centro, el precio del suelo del entorno subió y la burguesía trazó estos perfiles que peleaban por capturar centímetros de verdor de este artificial edén. Y desde este mar recuperamos los perfiles limpios y más atentos aún, esta vez interiores, alguna plaza de armas de ciudad amurallada... El claro del bosque es un vacío mágico, ¿alguien recuerda definidos los bordes externos de un bosque?.